4 de enero de 2014

LOS AVALES DE ESPAÑA





Nada más comenzar el siglo XVI Rodrigo de Bastidas puso pie en lo que hoy es Panamá. Cuando Colón llegó allí, le puso el nombre de Puerto Bello, lo de bello lo puedo entender, lo de puerto ya me cuesta más. Pocos años más tarde Vasco Nuñez de Balboa, espada y estandarte de Castilla en mano y según la costumbre de la época, comienza a cargarse a todo indígena viviente. Recorre el territorio repartiendo sablazos y biblias y llega al otro mar, un mar al que bautizó Mar del Sur, ese mar al que hoy conocemos como Océano Pacifico. No fue una expedición en busca de especies, ni para abrir nuevas rutas de navegación, parece ser que uno de los jefes indígenas sometidos le dijo al conquistador que por allí había tanto oro que los colegas hasta lo usaban para hacerse los machetes y las flechas. Dile esto a cualquiera de los que andan con la espada, el casco y la cruz y comprobarás como la invasión y el expolio están garantizados. Durante los años siguientes siguieron con su labor expedicionaria, construyendo ciudades, iglesias y cuarteles, además de instaurar la esclavitud, llevando allí para currar a todos los negros que sacaban del Senegal y del Congo. Tres siglos más tarde, sus habitantes le dicen a la corona española que ya está bien, que ya saben español, que ya son católicos y que es hora de que los españoles tiren para Cádiz y no vuelvan. Un tal Simón Bolivar, que de esto de independizarse de España sabía mucho, se metió en el ajo y los españoles salieron de allí el 28 de noviembre de 1821, para no volver más que de turistas o de constructores, mientras en la madre patria los españoles se veían inmersos en el denominado Trienio Liberal, ese que Fernando VII se cargó con ayuda de los franceses. Hoy y ahora en España ya estamos en el tercer año del CNLB (cuatrienio neoliberal a lo bestia) y con el rey malito.

Con estos antecedentes los de Sacyr se lanzaron a la conquista del contrato de ampliación del canal, olvidando la parte de la historia en la que los panameños nos pusieron mirando a Cádiz. Como las cosas en España no estaban para tirar cohetes decidieron ir a casa del indio a por más oro. Lo malo es que los panameños ya hablan y entienden perfectamente el español y por tanto se leen los contratos, y les dicen a los nuevos conquistadores de la obra pública panameña que no, que el último cargamento de oro ya se lo llevaron hace 200 años y que lo poco que queda es para ellos, que son una república y que no entienden de reyes y menos aún si son descendientes de Fernando VII, vamos que no se fían. Y como no se fían y la ley de contratos públicos lo permite, les dicen a los de Sacyr que el 10% del importe de la contrata lo quieren avalado por alguien con posibles, en garantía de que se produzca algún brote fernandino, al estilo del "ahí te quedas que me voy".

Como los de Sacyr son muy listos van y se buscan a un primo para que en el nombre de España y de su santa madre les avale ante los exigentes panameños. Rápidamente encuentran al primo, que no es otro que el Estado, es decir 45 millones de primos, muchos más que los que Fernando VII obtuvo, que no llegaron a ser más que los 100.000 Hijos de San Luis. El Estado español, que se siente culpable por no poder encargar a Sacyr miles de millones en obra pública y además le mola eso de la marca España y la implantación de cemento español en las antiguas colonias, pues va y le dice que si, que lo que haga falta, y Sacyr, sin inmutarse le dice a España que lo que hace falta es un aval de 312 millones de dólares. 

España que tiene recursos para todo y está presente en todas las partes donde se reparte el dinero de los españoles, le dice a los de Sacyr que se pasen por el CESCE y que digan que van de su parte. Dicho y hecho. En unos días Sacyr ya tiene su aval. 

Teniendo en cuenta que el CESCE  es una empresa semipública en la que el Estado español tiene el 50,25 % del capital y que el otro restante está en manos de bancos y compañías de seguros, por la cuenta de la vieja, y suponiendo que a los bancos y aseguradoras no se les de un trato especial, si finalmente hay que aflojarle la pasta a Panamá los españoles habremos puesto de nuestro bolsillo 157 millones de dólares USA, simplemente para que una empresa privada se beneficie.

La cosa se complica y Panamá amenaza con ejecutar el aval. Ante este nuevo y prometedor escándalo el jefe Rajoy le ha dicho a su ministra del ramo, es decir de obras públicas, que lo de Sacyr es "sobrecogedor" y que se vaya a Panamá echando leches. La ministra, que dicho sea de paso no debe entender mucho de canales, hormigón y compuertas, dado que su titulación académica es la de Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca, creo que ya está de camino a las antiguas colonias con la intención de convencer a los panameños de que traguen y de que además de no reclamar el aval les paguen a los de Sacyr los mil quinientos millones de más que exigen por acabar las piscinas, que para eso somos colegas de la OEA y además llevamos desde 1989 haciéndoles publicidad turística gratuita con esas botas de explorador de apellido Jack que fabrica una empresa de Elche. Lo mismo les ofrece a cambio implantar allí gratis la ley Wert, para que los panameños alcancen un alto nivel de excelencia académica y católica, una delegación de FAES para asesorar al gobierno, una delegación de Repsol y porque no una presa a buen precio, en medio del canal y explotada por Endesa, o un amistoso de la selección de fútbol. entre España y Guinea.

Lo malo para la ministra es que al igual que a los panameños de hace 200 años para independizase de España les aconsejó Simón Bolivar, a los de hoy les están aconsejando los norteamericanos, esos a los que Sacyr ganó el concurso tirando los precios por el suelo.

Lo cierto es que me parece indignante que los españoles tengamos que, no ya pagar, simplemente avalar a los que nos pagan 645,00 euros al mes por currar. Vamos a ver, si el aval se concedió será porque Sacyr aportaría garantías en caso de que el aval fuese ejecutado, garantías reales que cubriesen el riesgo a asumir. Si así fue el CESCE lo que tiene que hacer es cumplir con lo que Panamá le reclame y luego ir contra Sacyr para que reponga la pasta o ejecutar las garantías. Si no hay garantías aquellos que dieron el aval que se pasen una temporada en Soto del Real por malversación de caudales públicos. Y si Sacyr se hunde en bolsa pues eso, que se hunda. A uno de sus principales accionistas ya no le afectará, antes de saltar la noticia vendió todas sus acciones a muy buen precio gracias al ocultismo con que Sacyr trató el problema.

Por si la ministra sale escaldada y aunque en Panamá no hay elefantes, Zarzuela ya ha hablado con Corina. Al final nos saldrá más caro, pero tendrá glamour, el monarca se apuntará el tanto y la factura la pagaremos nosotros.


Benito Sacaluga






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