15 de marzo de 2014

BANCA CATALANA, OTRA QUIEBRA SIN RESPONSABLES.






El Estado español se vio obligado a intervenir Banca Catalana el 3 de noviembre de 1982, después de que en 1981 una inspección del Banco de España detectase un neto patrimonial negativo de 6.762 millones de pesetas y de que una auditoría de Price Waterhouse sacara a la luz un agujero de 100.000 millones. Captación de pasivo a precios elevados, cuya remuneración se paga por medio de una "Caja B", concesión incontrolada de préstamos a sus consejeros que finalmente acaban en fallidos, sobresueldos a la cúpula directiva, creación de autocarteras a través de sociedades interpuestas por algunos consejeros para dominar en el consejo, son parte del origen del agujero, en definitiva lo de siempre.

Como he dicho, el Estado a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) interviene Banca Catalana   y su grupo: Banco de Expansión Comercial de Capellades, Banco Mercantil de Manresa, Banco de Barcelona, Banco Industrial de Catalunya, Banco de Gerona y Banco Industrial del Mediterráneo.

Banca Catalana fue creada en marzo de 1959 por Florenci Pujol Brugat, su hijo Jordi Pujol y Francesc Cabana i Vancells, a partir de la compra de la Banca Dorca, de Olot, un desvencijado y débil cacharro que tenía nueve empleados, unos depósitos de 15 millones y un capital desembolsado de tan sólo dos, y que al final de su meteórica aventura, ya como grupo Catalana, llegaría a necesitar de las arcas públicas, en 1982 y 1983, una inyección de más de 300.000 millones.

En el momento de su intervención era el décimo grupo bancario español y el primer grupo bancario catalán, con unos depósitos de 262.226 millones de pesetas, una red de 352 oficinas y 5.226 empleados. Mantenía posiciones de control sobre el Banco de Alicante y el Banco de Crédito e Inversiones y tenía delegaciones en Londres, París y México. Tras su intervención, en 1983 el grupo fue traspasado a un consorcio formado por toda la gran banca española, en 1984 el Banco de Vizcaya se hizo con el 89% de las acciones de Banca Catalana y con el control del Banco Industrial del Mediterráneo, Banco de Barcelona y el Banco Industrial de Cataluña.

Una vez liquidada Banca Catalana, el Fiscal General del Estado, de acuerdo con un informe elaborado por el Banco de España, presenta querella contra los responsables del banco ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. El juez Ignacio de Lecea es el encargado de la instrucción. A los fiscales de la Audiencia de Barcelona, Carlos Jiménez Villarejo y José María de Mena Alvarez, ambos pertenecientes a la Unión Progesista de Fiscales, les toca investigar este asunto, una investigación que dura tres años, desde 1984 hasta 1986, para luego quedar definitivamente archivadas todas las actuaciones.

Los fiscales elevan un informe en que se ponen de manifiesto que los querellados, con Jordi Pujol a la cabeza, habían creado una trama de 27 sociedades instrumentales y ocultado su existencia a los organos de gobierno de Banca Catalana y al Banco de  España. La finalidad de este entramado societario no era otra que la de llevar a cabo operaciones especulativas en beneficio propio. En el informe, los fiscales señalan que el perjuicio causado al banco por esta operativa se traduce en la pérdida de 14.682 millones de pesetas. Imputan también a los consejeros y directivos querellados por haber concedido créditos ficticios, empleando nombres como el del presidente de la patronal, Carlos Ferrer Salat y el ex alcalde de Barcelona, Enrique Masó, en una operación en la que se pierden 5.101 millones de pesetas.

El estudio realizado sobre la contabilidad de Banca Catalana permite a los fiscales descubrir la existencia de asientos falsos y duplicados, recibos ficticios y toda suerte de engaños para la retirada de fondos del banco con total impunidad por parte de sus directivos y consejeros. Además el Presidente de la Generaylitat, Jordi Pujol y su familia se beneficiaban de fuertes extra-tipos por los depósitos que tenían en la entidad. A la empresa Hoe, S.A., sin ninguna solvencia económica, se le había concedido un crédito de 176 millones de pesetas, sólo para adquirir las acciones que el Presidente de la Generalitat tenía en Banca Catalana. Así, Jordi Pujol puede recuperar su dinero poco antes de la intervención del FGD. Por si lo anterior fuera poco, el 31 de octubre de 1982, dos días antes de que el Estado intervenga el grupo bancario catalán, Jordi Pujol y Marta Ferrusola, su mujer, cancelan una cuenta de 14,5 millones de pesetas que tenían en el banco a plazo fijo que vencía cinco meses más tarde.

El informe de los fiscales explica además como Banca Catalana había perdido 5.705 millones de pesetas en la adquisición de acciones de otros bancos y en la compra, por parte de consejeros, de 448.365 acciones de Banca Catalana, con dinero de la propia entidad, para dominar los organos de gobiernos del grupo bancario. Por otra parte, un total de 61 empresas vinculadas a los querellados habían recibido 12.733 millones de pesetas en créditos sin ningún tipo de avales, y altos cargos, como Jaume Carnet, presidente de la entidad, o el alcalde de Barcelona, Enrique Masó, dispusieron de créditos por un importe de 380 y 500 millones de pesetas respectivamente, que no devolvieron.

Una vez demostrados todos estos extremos, los fiscales Mena y Jiménez Villarejo, acusan a los 17 componentes del consejo de Banca Catalana de tres supuestos delitos de apropiación indebida, falsedad en documentos y manipulación para alterar el precio de las cosas. Jiménez Villarejo llega inlcuso a interrogar a Jordi Pujol en su residencia, la "Casa dels Canonges", durante la instrucción del sumario. Pero al llegar las elecciones autonómicas de 1984 en las que CiU obtiene una clara mayoría en Cataluña, el escándalo acaba politizándose. En noviembre de 1986 la Audiencia de Barcelona exculpa al entonces Presidente de la Generalitat de cualquier tipo de responsabilidad en la gestión de Banca Catalana. El 14 de marzo de 1990 la Sección Segunda de la Audiencia Provincial decreta el sobreseimiento del sumario y ordena su archivo, a pesar de los recursos presentados por los Fiscales que vienen demostrando que en contra de la tesis del Tribunal el comportamiento de la cúpula de Banca Catalana se basaba en su enriquecimiento personal. La Sentencia de la Audiencia reduce todo el asunto de Banca Catalana a la consecuencia de una gestión imprudente, pero no delictiva.

Una vez más cientos de miles de millones de pesetas salen de un banco para ir a parar a sus directivos y consejeros sin que la justicia aprecie ningún comportamiento delictivo. Las ideas de Jordi Pujol con relación al dinero y al enriquecimiento el mismo las dejó claras en su panfleto Fer poble, fer Catalunya (Hacer pueblo, hacer Cataluña), de 1958, meses antes de comprar la Banca Dorca:
"Sin banca, un país no tiene posibilidad de crear grandes empresas, nuevas fuentes de riqueza importantes. Cataluña vivirá siempre a precario mientras no resuelva este problema".

En un escrito de prisión de 1961, el banquero encarcelado por antifranquista censuraba a los burgueses de la anterior generación y entonaba a sensu contrario el elogio de lucro:
"Ahora ya sabemos que aquellos hombrecillos ni son hombres de carácter ni hombres valientes ni auténticos dirigentes, y que no se pueden convertir ni en santos ni en héroes ni en confesores. Lo sabemos porque no son capaces de amasar dinero, de amasar mucho dinero, muchas pesetas, de crearse una auténtica fuerza económica".
No cabe ninguna duda de que Pujol si supo "amasar dinero", él y su circulo eminentemente familiar. En 1960, gobernaban el grupo, como gerentes, el joven médico Jordi Pujol, 29 años, y su cuñado, futuro historiador y archivo viviente del grupo Francese Cabana, 25 años, casado con María Pujol. El presidente -lo fue hasta 1979- era Jaume Carner, quien aportaba al equipo el prestigio político catalanista (era nieto del Carner que fue ministro de Hacienda en la II República) y la imagen de solidez económica (hombre fuerte de la importante azucarera Compañía de Industrias Agrícolas, CIA, fundada por sus abuelos), al tiempo que por su carácter no se inmiscuía en tareas ejecutivas. Carner casaría pronto con Lurdes Cabana, hermana de Francesc, cerrando así el círculo familiar. Pronto, en 1965, ya pasados los primeros tiempos heroicos, Carner traería a un hermano, bien que no de sangre: Raimon Carrasco, hijo del líder democristiano Manuel Carrasco, fusilado por Franco en 1937, y al que los Carner habían prohijado. Raimon entró en 1959 como director comercial de la CIA, de la mano del presidente de Catalana, y luego acudiría al banco, en 1965, como director general, hasta 1973, consejero y luego presidente desde 1979, sustituyendo a su amigo Carner.

Todo grupo fundacional necesita, aunque en él haya licenciados en Derecho, un abogado en activo. En el equipo familiar inicial, además de Pujol, Cabana y Carrasco, todos ellos querellados, destaca Salvador Casanovas, 31 años en 1959, letrado, defensor de Pujol cuando éste fue procesado poco después en consejo de guerra. Casanovas se dedicó a sus negocios financieros y fundó en 1962 Barcelonesa de Financiación. Seis años después sería el hombre del grupo en el Banco de Barcelona, cuando Catalana compró un paquete del Barcelona (antes, Banco de la Propiedad) , en una de sus clásicas operaciones de expansión a saltos, consistentes en la absorción de otras entidades y compras de participaciones.

Este férreo núcleo familiar, generacional y espiritual, se completó con algunos añadidos, empresarios pequeños o medianos, de más edad, de los que no dieron la espalda a los banqueros nacionalistas y participaron como accionistas en la aventura. Algunos de ellos, concretamente tres, han sido incorporados al sumario. Son Martí Rosell, industrial del textil de Terrassa, subsector medias, y posteriormente consejero de Banca Catalana desde 1966; Lluís Montserrat y Ramón Miquel. Lluís Montserrat, comerciante de piensos, con puesto en la Lonja, amigo de Carner por sus relaciones con la CIA, llegó a vicepresidente del Banco de Expansión Comercial, otra de las marcas que compraría Catalana, a partir de 1966, en su crecimiento sincopado, y luego fue consejero de la casa madre al absorber ésta en 1972 el pequeño Expansión. Ramón Miquel Ballart, de Figueres, pequeno empresario de comercialización de productos alimenticios, cierra la terna de estos empresarios.

La carrera de absorciones bancarias y de nuevas iniciativas, hasta llegar a configurar en los primeros ochenta un amplio grupo de cinco bancos y cerca de 200 filiales, fue también una carrera para atraer a las propias posiciones e incorporar al equipo a otros sectores de la burguesía. Aparte de otros nombres que no se han visto involucrados en el asunto judicial, o que han fallecido (Joan Cendrós, Antoni Forrellad), destacan en el sumario tres representantes de esta antigua burguesía: Oleguer Soldevila, Andreu Ribera Rovira y Joan Casablancas.Soldevila, propietario de siete empresas de hilaturas que forman el grupo Mitasa, el más importante del sector; del hotel Majestic y de otras empresas agrícolas y de electrónica, y cercano al Opus Dei, se integró en el grupo a través del Banco Industrial de Cataluña (BIC), iniciativa bancaria originalmente compartida por el Comercial Transatlántico, el Sabadell y Catalana, que acabaría en manos de ésta.

El BIC fue encabezado en sus últimos años por Ribera Rovira, quien ya era accionista de Catalana desde 1960. El presidente de Metales y Platerías Ribera, fabricante de cartuchos para el Ejército, fue el catalanista más vinculado al régimen de Franco: presidente de la Cámara de Comercio y de la Feria de Barcelona, concejal con Porcioles, y el representante de Laureano López Rodó en la tierra, en Barcelona.

Otro magnate de la industria incorporado fue Casablancas, hijo del mítico Ferran Casablancas, hilador de Sabadell e inventor del mecanismo de grandes estirajes. Casablancas fue el hombre representativo en el Banco Mercantil de Manresa, en el que Catalana puso su pica en 1967, y patrocinó su absorción definitiva en 1980.

Poder, políticos, empresarios.........una coalición para el enriquecimiento desorbitado que indefectiblemente se nutre del dinero de los ciudadanos. ¿Hasta cuando?


Benito Sacaluga.


Fuentes:
Extractado de: El Dinero del Poder. Aut. José Diaz Herrera / Ramón Tijeras. Ed.Cambio 16. ISBN:84-7679-190.9.
Hemeroteca El Pais









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