6 de junio de 2016

DEBATES PARA BESUGOS




El genial locutor de radio, periodista y comediógrafo Armando Matías Guiu comenzó a colaborar en El DDT en 1953. Se trataba de una publicación humorística editada por Bruguera, de un tebeo, donde además de los dibujos prisioneros en viñetas, se publicaban textos sin más adorno que la palabra escrita. Armando Matías Guiu tuvo como encargo cubrir el apartado que El DDT denominaba "Diálogos para Besugos", en definitiva la transcripción de una conversación inventada mantenida por personajes inventados. 

Los "diálogos" de El DDT siempre fueron complicados. (1) Matías  jugaba con la palabra, apuraba al máximo el sentido de cada vocablo, mezclándolo con otro de fonética similar con distinto significado para dar pie a nuevas situaciones, las conversaciones se complicaban para derivar de un tema a otro, liando conceptos, ideas, hasta lograr que de los dos dialogantes ninguno supiera quien había iniciado la trama de desatinos. 

Siempre comenzaban con un "Buenos días" que era contestado con un "Buenas tardes", de ahí en adelante todo era posible con la única condición de que no fuese razonable. El éxito de estos "Diálogos para Besugos" trascendió del tebeo y llegó a formar parte del estilo de grandes humoristas, entre otros los inolvidables Tip y Coll.

Como lo bueno permanece en el tiempo, ahora que han pasado más de 60 años desde que Matías Guiu publicara su primer "dialogo", su estilo ha sido rotundamente plagiado por los llamados líderes politicos y trasladado a sus debates electorales, incluso diría yo que también a sus intervenciones en el Parlamento.

Ayer tuvimos la ocasión de presenciar un pretendido debate, y digo pretendido por la razón de que se ofrecía enlatado, privándonos de la frescura del directo y por tanto de las ventajas e inconvenientes que conlleva. Un debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera situados en los extremos de una mesa presidida por Jordi Evole, de fondo un ventanal de cuidada geometría por donde se filtraba una luz tenue y grisácea. Con solo diez participantes más y una mesa más grande, se habría conseguido una reproducción libre de "Il Cenacolo" de Leonardo da Vinci, la representación de una cena, celebrada momentos antes de que el líder del grupo fuese ejecutado a manos del imperio invasor, por el simple hecho de atreverse a  defender y promulgar sus ideas sobre la libertad y la igualdad entre los hombres.

De nada sirvió la alegórica puesta en escena del debate y de nada sirvió que tuviese lugar en el madrileño Circulo de Bellas Artes, unos de los centros culturales privados más importantes de España desde 1880. Todo quedo reducido a una mala copia de los "Diálogos para Besugos" de Matías Guiu. Curiosamente, los debatientes mostraron más respeto por los españoles cuando debatieron sentados en la mesa de un bar de barrio, que ubicados en la sala de un prestigioso centro cultural.

Un soporífero intercambio de insultos, alusiones a otros países y una denostación reiterada del comunismo mal entendido, llevada a cabo por Rivera, olvidando la doctrina comunista y demostrando, sin lugar a dudas, su sectarismo y consecuente falta de valores democráticos. Iglesias leyó el paquete de acusaciones que le tocaba dirigir al líder de C's y poco más. Ahí acabó todo. Dicen los que presenciaron en directo la grabación que ambos lideres se despidieron con un "Buenas tardes", "Buenos días".

Más que un debate fue una simple discusión. Y cuando una de las partes (o las dos) están más interesadas en imponer su criterio, en salirse con la suya y en dejar derrotado al otro, que en convencer a los espectadores, el pretendido debate fracasa y hace daño a la democracia.

Los simpatizantes de uno y otro partido lo habrán pasado bien, lo malo es que aquellos indecisos que esperaban del debate una solución a sus dudas sobre a quien dar su confianza el próximo 26J, volverán al redil del PP o del PSOE, o se abstendrán. 

Tres cosas si parecen claras después del numerito de ayer, una es que Rivera jamás pactará nada con Iglesias, otra que Pedro Sánchez nunca más deberá intentar llegar a acuerdos con un partido que tiene como líder a Albert Rivera y la otra, quizás la más importante, es que Alberto Garzón habría fulminado a Rivera de haber sido ayer su interlocutor. Además, posiblemente, el tema de la República habría tenido su espacio en el debate, Garzón se habría encargado de ello.

Acabo con una reflexión de Matias Guiu sobre la política: 

La política es, a veces, como un “diálogo para besugos”. Nadie dice lo que piensa; Algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos, nadie sabe lo que piensan; de los de más allá uno piensa que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa.


Benito Sacaluga.




(1) seronoser.free.fr/bruguera

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